domingo, 2 de noviembre de 2008

Cada uno es cada uno (o su mitad).

Yo me divorcio, así que yo me llevo la mitad de lo que me corresponde: la casa. Un trato a la camboyana. Es lo que tienen las medias naranjas, que realmente son medias.

"Una pareja camboyana sierra su casa por la mitad para acelerar el divorcio."
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Así comienza el artículo de hoy de Juan José Millás. Así ha comenzado mi día. Junto con un vaso de colacao y un curasán calentito, me he puesto a leer el artículo y he vuelto a pensar en algo que leí el otro día. Por estos lares, la gente habla de medias naranjas, de lo que decía Platón en su Banquete, de que hubo un tiempo en que teníamos cuatro brazos, cuatro piernas y dos cabezas, pero que por un castigo, los dioses decidieron separarnos en dos seres diferente, y para dificultarlo todavía más, decidieron darnos dos sexos: uno femenino y uno masculino. A partir de ahí comienza la búsqueda de la otra mitad.

Pero no termina de convencerme que cada uno tenga sólo una mitad. Si así fuera y jamás encontráramos a nuestro partenaire no estaríamos nunca completos. No conseguiríamos vivir al máximo de nuestras posibilidades pues siempre estaríamos faltos de algo. De cabeza, de corazón, de alma. Andaríamos de lado, balanceándonos, perdiendo el equilibrio.

¿Buscamos el amor porqué queremos o porqué termina siendo una necesidad? ¿Necesitamos compartir momentos mágicos o simplemente disfrutamos teniendo a alguien a nuestro lado?

¿Y si no encontramos a nuestra media naranja? ... Siempre nos quedará el medio limón, podemos ponerle azúcar, aguardiente, hielo...y disfrutarlo!

.)

2 comentarios:

Estrella dijo...

¿Por qué? ... eso mismo me pregunto yo.

Un saludo

http://blogs.hoymujer.com/amor

Narkia dijo...

Y qué gran realidad!medias naranjas...medios limones...y a la larga terminas conviertiéndote en un sólo cuarto de que sé yo!
Feliz noche de sábado!