Desde el rompeolas me alejo de ti...
La navidad ha pasado y contra todo pronóstico, ha sido buena, muy buena. Ha habido momentos increíbles en países frios, ha habido patines sobre lagos helados y risas acompañadas de amigos y cerveza, en bulldogs holandeses. Ha habido mojitos que han sabido a gloria. Ha habido sexo, descubrimientos, confidencias y sonrisas, muchas sonrisas.
Un duendecillo y un hada se miran el ombligo. El duendecillo se pierde por el mundo, mientras el hada respira dentro de moleculas para convertirse en algo grande, muy grande. En este mismo instante, la vida hace que el duendecillo y el hada puedan seguir disfrutando del momento, consigan exprimirlo y sacarle todo su jugo.
La navidad ha traido cosas buenas para el duendecillo y para el hada. Les ha traido ganas para dejarse llevar, les ha traido pensamientos nuevos y bocas impacientes sobre la piel. El hada y el duendecillo irradian felicidad. No se preguntan cuánto durará, y están aprendiendo a no preguntarse si dolerá. El hada y el duendecillo disfrutan, comparten y son felices. El hada y el duendecillo se miran el ombligo, y sonrien.
Desde el rompeolas me acuerdo de ti...