domingo, 23 de noviembre de 2008

De cómo andar sobre el fuego y no quemarte en el intento

El camino del sabio es el que debe llevarme a la felicidad. El sabio se libera de todo deseo y no espera nada de nadie. Por eso es feliz. ¿Se puede vivir así?
El sabio controla sus pensamientos, se centra en lo interno y no en lo externo. ¿Para qué malgastar nuestro tiempo pensando en cosas que no podemos controlar? Existen aspectos de la vida que podemos cambiar, experimentamos acciones que están en nuestro camino para ser manipuladas, somos capaces de interactuar con la gente e incluso, algunas veces, de controlar nuestras emociones, nuestras pasiones como decía Descartes.
Pero no todo está en nuestras manos. Vivimos rodeados de gente, de colores, de sabores que no controlamos. Necesitas otros labios para besar, otros ojos en los que mirarte. No podemos controlarlo todo. Vivir rodeados de gente es lo que tiene.
Ser feliz consiste en reconocer esa parte de la vida. Ese momento en el que debes pararte y pensar que no hay nada que puedas hacer para conseguir hablar con esa persona, para hacer que el tiempo corra más rápido o más lento, para hacer que el tráfico desaparezca porque llegas tarde a una cita.
El sabio nos dice que la felicidad está en el camino hacia el objetivo, no en la consecución del objetivo.
Cuando estamos felices, se activa el córtex cerebral izquierdo. No lo notamos. No lo provocamos a conciencia. Se activa solo. Pero sí lo demostramos. Sonreímos. Desprendemos un aura agradable para nosotros y agradable para los demás. La persona feliz se hace, no nace.
Llevo un tiempo pensando en que todas deberíamos sentirnos princesas. Sí princesas. Esas que tienen a su príncipe y que son felices todos los días del año. Esas que hacen feliz a su príncipe y que esperan que él las haga felices siempre. Las princesas se lo merecen todo. Todo. Por que también estan dispuestas a darlo todo. Todo. Lo mismo que reciben. Lo mismo que dan. Quid pro quo.
Le doy gracias a la vida por no ponérmelo nunca fácil.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Experimento: seis grados de separación


En 1929, el escritor húngaro Frigyes Karinthy, habló por primera vez de la teoría de los seis grados de separación. Este concepto, intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios, conectando a ambas personas con sólo seis enlaces.
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Es curioso como en 2oo8, esta teoría sigue estando en boca de todos y a nuestro alrededor. Últimamente el experimento está más presente que nunca en mi vida. Internet potencia ésto, el facebook ( el nuevo instrumento de moda que básicamente sirve para perder el tiempo y hacérselo perder a tus amigos) apoya el teorema creando un grupo que se llama Experimento: seis grados de separación y claro, me hace gracia y me uno a él. Veo un corto, y de nuevo el experimento vuelve a aparecer. Se menciona. Me resulta curioso. Conozco a alguien y da la ¿casualidad? de que estamos unidos por un intermediario, sin que él nos haya presentado. El experimento se confirma.


¿Será cuestión del experimento, o es que Valencia es muy pequeña?

martes, 4 de noviembre de 2008

Una de cal y otra de arena

Prepotente.
1. adj. Más poderoso que otros, o muy poderoso.
2. adj. Que abusa de su poder o hace alarde de él.

Felicitát.
1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
2. f. Satisfacción, gusto, contento.
3. f. Suerte feliz.
4. Formentera... (ésta es definición propia)

http://www.youtube.com/watch?v=a3MMUnOIZcU

domingo, 2 de noviembre de 2008

Cada uno es cada uno (o su mitad).

Yo me divorcio, así que yo me llevo la mitad de lo que me corresponde: la casa. Un trato a la camboyana. Es lo que tienen las medias naranjas, que realmente son medias.

"Una pareja camboyana sierra su casa por la mitad para acelerar el divorcio."
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Así comienza el artículo de hoy de Juan José Millás. Así ha comenzado mi día. Junto con un vaso de colacao y un curasán calentito, me he puesto a leer el artículo y he vuelto a pensar en algo que leí el otro día. Por estos lares, la gente habla de medias naranjas, de lo que decía Platón en su Banquete, de que hubo un tiempo en que teníamos cuatro brazos, cuatro piernas y dos cabezas, pero que por un castigo, los dioses decidieron separarnos en dos seres diferente, y para dificultarlo todavía más, decidieron darnos dos sexos: uno femenino y uno masculino. A partir de ahí comienza la búsqueda de la otra mitad.

Pero no termina de convencerme que cada uno tenga sólo una mitad. Si así fuera y jamás encontráramos a nuestro partenaire no estaríamos nunca completos. No conseguiríamos vivir al máximo de nuestras posibilidades pues siempre estaríamos faltos de algo. De cabeza, de corazón, de alma. Andaríamos de lado, balanceándonos, perdiendo el equilibrio.

¿Buscamos el amor porqué queremos o porqué termina siendo una necesidad? ¿Necesitamos compartir momentos mágicos o simplemente disfrutamos teniendo a alguien a nuestro lado?

¿Y si no encontramos a nuestra media naranja? ... Siempre nos quedará el medio limón, podemos ponerle azúcar, aguardiente, hielo...y disfrutarlo!

.)